13.1.12
El deporte que me da vida
En 1974 Alfonso de Hohenlohe viaja a Méjico invitado por su amigo Enrique Corcuera. En su estancia se interesa por la práctica de un nuevo deporte que recientemente había creado su amigo, incorporando a un frontón otra pared opuesta de unos 3 metros de altura, colocando una red en el medio y cerrando los costados de dicha pista con una malla metálica. Se jugaba con paletas de madera y recibía el nombre de Paddle-Tenis.
Su entusiasmo por esta nueva modalidad deportiva no se hizo esperar, ya que Alfonso Hohenlole, a su regreso a España, y tras estudiar y perfeccionar algunos detalles de la pista y reglas de juego, construye las dos primeras canchas de España en el Marbella Club. Así comenzó a promocionar el Padel entre sus amigos del jet-set.
El éxito que obtuvo en poco tiempo este deporte, atrajo a figuras destacadas del tenis como Manolo Santana, que comenzó a organizar torneos y propagar el padel en toda la Costa del Sol, donde varios clubes empezaron a construir sus propias pistas.
En 1975, un gran amigo de Alfonso de Hohenlohe, y asiduo visitante de Marbella, el millonario argentino Julio Menditegui es testigo del éxito de padel, y decide importar el deporte a Argentina, donde en pocos años obtuvo un auge sin precedentes convirtiéndose en el segundo deporte más practicado. El padel se ha extendido a otros países como Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay, etc. con numerosos aficionados. Esta influencia ha llegado también a América del Norte. En el mes de mayo de 1993, el padel dio un paso decisivo para su consolidación: el Consejo Superior de Deportes acordó su reconocimiento como modalidad deportiva.
El padel se está extendiendo por diferentes países europeos, donde ya se han formado sus respectivas federaciones, que están obteniendo un gran éxito en cuanto al número de federados y construcción de instalaciones; Francia, Italia, Bélgica, Gran Bretaña y Austria. España en este sentido, tiene un importante papel como impulsora del padel en Europa.
Stop&Smile.
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